Un aperitivo de ‘Clave Matisse’

Un aperitivo de ‘Clave Matisse’

Estocolmo. Ceremonia entrega premios Nobel. El arrogante doctor Cavanni recoloca el chaleco blanco de su frac y avanza solemne por la alfombra azul hasta detenerse en medio del círculo blanco con la gran N mayúscula. Se inclina ante el Rey y luego se gira para saludar al público y deleitarse con la ovación. Los flases estallan junto al disparo. El cuerpo del médico se tambalea para acabar desplomándose. El tirador no necesita un segundo disparo: como si fuera un proyectil de plata y el joven médico un vampiro, detiene su corazón para siempre. La sala se llena de un silencio parvo. Enseguida, llegan los gritos, el pánico y la estampida. Llega el caos.

Los cuerpos de seguridad sacan del recinto a la familia real, las autoridades y los premiados. Los demás se apañan como pueden. El cadáver queda tendido sobre la alfombra, rodeado por una marea de colores olorosos, como un entierro de primera en Harlem, salvo que no suena jazz.

Corro al escenario. Me hinco de rodillas y rebusco inútilmente pulso en su garganta. Al no encontrarlo, rompo a llorar mientras escucho: “No preguntes, ya sabes el porqué”. Es cierto, lo sé. Está escrito en CLAVE MATISSE. Lola MacHor jamás me perdonará si no te lo cuento.

(Clave Matisse, editado por Planeta, ya a la venta)